SALUD:
Artículo
La Hemofilia
II Parte
El síntoma
fundamental de la hemofilia es la hemorragia que no necesariamente será
consecuencia de una herida o lesión, sino que puede producirse espontáneamente
y la gran mayoría de las veces ocurren en la cabeza o en las articulaciones.
Sin embargo, hay
otros indicadores de la presencia de esta enfermedad, aunque cada persona los
experimentará de forma diferente y según sea su caso particular.
Por ejemplo, es
común que aparezcan en la piel del hemofílico pequeños moretones o
cardenales, los cuales muy a menudo se desarrollarán en grandes hematomas o
acumulaciones de sangre bajo la piel causantes de inflamación.
Por otro lado, con
una gran frecuencia y facilidad se producirán sangrados por la nariz, la boca y las encías
ya sea debido a un traumatismo sin importancia, o por el cepillado de los
dientes, o también debido a un trabajo dental.
De igual manera, si
hay hemorragia en las articulaciones o hemartrosis es probable que se tenga
hemofilia. Las complicaciones en estos casos suceden con bastante regularidad,
ya que este tipo de hemorragia es dolorosa y puede provocar inmovilidad,
parálisis y, con el tiempo, incluso deformidad del miembro afectado, además de
ser una de las causas de la artritis crónica.
Otro indicador de
hemofilia es la hemorragia en los músculos, cuyas repercusiones más corrientes
son la hinchazón, el dolor y el enrojecimiento de la zona externa que coincida
con la parte interna donde se ubica la hemorragia.
Asimismo, la hemorragia por lesión o espontánea en el cerebro
también es signo de esta enfermedad de la sangre y es la causa más común de muerte en los niños
hemofílicos, aparte de ser la complicación hemorrágica más grave.
Como dato curioso
puede mencionarse el hecho de que esta enfermedad la padecía la familia real de
Rusia, los Romanov, a quienes se les había contagiado por la relación con la
familia de la reina Victoria de Inglaterra, que también era hemofílica.
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