CULTURA:
Huellas de Mujeres
Hatshepsut, reina de Egipto
(1503-1458 a.C. aprox.)
Hatshepsut nació en el Antiguo Egipto, y como hija del faraón Tutmosis I y su esposa Aahmes perteneció a la XVIII dinastÃa.
Tuvo dos hermanos, pero murieron jóvenes, lo que colocaba a Hatshepsut en una favorable posición polÃtica en el reino. Sin embargo una mujer difÃcilmente podÃa acceder al trono de Egipto. Cuando Tutmosis I falleció, le sucedió un hijo que habÃa tenido con una mujer del pueblo. Asà Tutmosis II gobernó, pero Hatshepsut pudo obtener un gran poder a pesar de su medio hermano. Como era corriente en ese entonces, Tutmosis II se casó con Hatshepsut a pesar del vÃnculo familiar.
Tutmosis II gobernó solamente durante tres o cuatro años antes de fallecer de una enfermedad de la piel. Hatshepsut no tuvo un hijo de él, aunque sà tenÃa una hija llamada Neferure que habÃa concebido probablemente con su amante Senmut. Pero Tutmosis II habÃa tenido un hijo con una muchacha del pueblo llamada Isis, y este hijo, Tutmosis III, estaba en lÃnea directa de sucesión. Sin embargo era muy joven, y se le permitió a Hatshepsut gobernar a Egipto como reina regente a partir del año 1473 aproximadamente.
Pero Hatshepsut no se resignó a abandonar el poder cuando su hijastro llegara a la mayorÃa de edad. Llegó a controlar un gran número de seguidores en la corte, lo que le permitió gobernar con toda la autoridad de un Faraón durante quince años.
Tuvo que superar muchos obstáculos, sobre todo revueltas e intrigas palaciegas, y la amenaza que Tutmosis III representaba para su autoridad, pero logró superar todos estos peligros con astucia, resolución y una gran habilidad polÃtica. Aunque hubo reinas antes de ella, ninguna habÃa ostentado la completa autoridad de un rey. Para calmar a su pueblo, que no estaba preparado para ser gobernado por una mujer, Hatshepsut ordenó que todas sus estatuas e imágenes la representaran de la manera más masculina posible, e incluso se vestÃa con la ropa tradicional usada por los reyes, incluyendo la barba postiza.Â
Hatshepsut tenÃa una gran habilidad en el área de la polÃtica, y con su carisma pudo gobernar Egipto. Para legitimar su gobierno aseguró que habÃa sido elegida por su padre Tutmosis I como su hija favorita. También reclamó un origen divino, afirmando que su madre habÃa recibido una visita nocturna del dios Amón, y que era por lo tanto la hija de un dios. Esta propaganda le aseguró un gobierno sólido por muchos años. Â
La reina
Hatshepsut demostró una gran fuerza para aumentar el poderÃo de Egipto. No hubo guerras durante su gobierno, debido seguramente a sus capacidades diplomáticas. Ordenó varias expediciones comerciales a la tierra de Punt, en lo que hoy es Somalia, para conseguir marfil, animales exóticos, especias, oro y madera aromática que eran tan preciados por los egipcios. Bajo el gobierno de Hatshepsut
Egipto alcanzó una gran prosperidad, se favoreció el desarrollo de las artes y
de nuevas formas de ingenierÃa.
Mientras tanto, Tutmosis III seguÃa creciendo y ya se rumoraba que en algún momento deberÃa ascender al trono. En un último intento para legitimarse como reina, Hatshepsut
hizo construir un magnÃfico templo en el Valle de los Reyes, donde estaban las
tumbas de muchos de los grandes faraones que la habÃan precedido y donde tenÃa
la intención de depositar sus propios restos. Ordenó construir también obeliscos
en granito rojo, para continuar las construcciones que su padre no pudo
terminar, y su nombre fue escrito entre los innumerables jeroglÃficos de estos
monumentos.
De la muerte de Hatshepsut sólo se tienen conjeturas. La presencia de Tutmosis III significó una permanente debilidad en su gobierno, y aunque no se tienen pruebas es posible que él haya arreglado su muerte, la de su amante Senmut y su hija Neferure.Â
El cuerpo de Hatshepsut fue colocado en su tumba, y Tutmosis III ocupó el trono. Poco después las tumbas de Hatshepsut y Senmut fueron destruÃas, sus sarcófagos rotos y sus momias robadas. Tutmosis III persiguió la memoria de Hatshepsut e intentó borrar todo rastro de su gobierno. Ordenó que el nombre de la reina fuera borrado de su templo en el Valle de los Reyes y de todos los monumentos que ella habÃa ordenado construir.Â
Pero la memoria de la existencia de Hatshepsut no podÃa borrarse fácilmente, y hasta nosotros han llegado suficientes datos como para reconstruir la vida de esta mujer que logró gobernar la mayor civilización de su tiempo y mantener su paz y prosperidad.Â
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