Psicología
Déficit Atencional
El déficit atencional es la incapacidad
para mantener la atención, concentrarse o mantenerse tranquilo, esto es
producido por un desorden neurobiológico, producido por una alteración en la
producción de neurotransmisores inhibidores. Se cree que hay un componente
hereditario, ya que la mayoría de los pacientes con déficit tiene un pariente
que lo padece. Los niños no ponen atención dificultándoles terriblemente el
proceso de aprendizaje, no pueden atender más de un estímulo a la vez. Los niños
que presentan déficit atencional se agrupan con chicos que también presenten el
mismo trastorno; con ellos se sienten cómodos y aceptados, porque generalmente
no es así, ya que no cumplen con el perfil de conducta tradicional.
Los niños que presentan déficit atencional no se desenvuelven igual en todas las
tareas que se les asignan, en algunas se desarrollan con facilidad y
responsabilidad, mientras que en otras no parecen tener el más mínimo interés de
realizarlas. Esto puede considerarse normal en todos los niños, sólo que a los
que lo padecen se les va a notar la indisposición siempre. La mayoría de las
veces son niños que pueden resultar fastidiosos, molestos o incómodos a las
personas que los rodean; es por esto, que el lugar perfecto para detectar si un
niño sufre déficit atencional es en su centro de estudio.
Los individuos que padecen déficit atencional generalmente presentan las
siguientes señales, aunque no necesariamente deben tenerlas todas:
Dificultad para
organizar la información
Les gusta tomar
riesgos que otros niños de su edad son conscientes que no deben hacerlos.
Son hiperactivos
e impulsivos
Les cuesta
muchos seguir instrucciones.
No prestan
atención cuando se les habla.
Tienen la
autoestima o muy baja o demasiado alta
Interrumpen
constantemente cuando se les habla.
Los padres de los niños que presentan este trastorno tienen que apoyarlos, no
sentirse culpables o inútiles si el niño no responde de la manera esperada.
Estos niños necesitan tener una rutina y un horario, tienen que sentirse
disciplinados pero no presionados; se les debe felicitar cuando logren algo
positivo, y aunque sea normal, no verlo así, sino como un logro. No hay que
sobornarlos, pero si es bueno que cuando hagan algo bien recompensarlos. Hay que
procurar ofrecerles un ambiente cálido, tranquilo y donde se sientan queridos y
comprendidos
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