MATERNIDAD
La Depresión Infantil
¡Atención! Cuando
el niño tiene un cambio repentino de comportamiento, es muy probable que el
flagelo de la depresión infantil esté rondándolo.
El problema con esta
terrible enfermedad es que por lo general, a los padres ni siquiera se les
ocurre la posibilidad de que su niño tenga un cuadro depresivo, por lo que se
preocupa sólo por el sÃntoma y no por el verdadero problema.
Los indicios más
comunes de que una depresión está en camino son por ejemplo el bajo
rendimiento académico, aburrimiento, cansancio excesivo, pérdida de peso,
pérdida de apetito, desórdenes del sueño, una tristeza constante, desinterés
o indiferencia, aislamiento, ansiedad, distracción y sobre todo una clara
sensación de inutilidad.
Estos sÃntomas no
necesariamente se presentan todos al mismo tiempo o con la misma intensidad, y
de hecho muchas veces, algunos no se llegan a presentar del todo.
Esta enfermedad se
caracteriza por ser -según expertos psiquiátricos- un trastorno bioquÃmico
con sÃntomas tanto emocionales como fÃsicos y que muchas veces es de origen
hereditario.
Es importante que
como padres se tenga la conciencia de que esta dolencia no sólo afecta a niños
que son vÃctimas del abuso o ed la violencia doméstica, sino que puede
ocurrirle a cualquier niño. aún a aquellos que se desarrollan en un ambiente
familiar estable.
La depresión puede
ser de dos clases. La depresión mayor es aquella que es evidente, pues el
cambio que sufre el niño es radical y de un momento a otro. El otro tipo es
aquel que se conoce con el nombre de distimia y es muy difÃcil de diagnosticar
pues es un trastorno crónico pero latente, con pocos afloramientos.
La depresión puede
ser sufrida varias veces y de hecho se ha comprobado que más de la mitad los
niños que muestran un cuadro depresivo leve, desorrallár en el término de
aproximadamente dos años una depresión mucho más severa.
Si se tiene un niño
con estos sÃntomas, se recomienda la aceptación del problema y la visita
inmediata a un especialista, que puede ser un terapeuta, psicólogo, o
psiquiatra. Como padres no se debe pensar que se tiene un hijo loco, simplemente
que él presenta una enfermedad delicada para la cual hay que buscar tratamiento
y especalmente colaborar, pues el apoyo de la familia es fundamental en la
recupéración del niño.
Además, los padres
deben tratar de no empeorar la situación con ideas preconcebidas sobre la
depresión, con reproches al niño, etiquetas de comportamiento o incluso con
culpas que el niño pueda percibir, pues esto sólo provocará que el cuadro se
agudice.
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