La Muerte Gorda
Alicia Galaz, Chile
Has agotado las conversaciones de
sobremesa, sales
a pasear por los domingos, parques y parecidos,
se te olvida la lógica, escribes
interminablemente pensando en qué sé yo.
Extranjero vas llegando a la Plaza de las Palomas,
tu banco es el mismo, el sol y el tiempo en el reloj
[británico
de perfecta cronometrÃa te señala un viaje sin itinerarios.
Todo indica apenas que la luz se duerme: sientes
ese relente húmedo, giran los cafés, son de ámbar los
[periódicos
y cada cifra es un nombre.
Entre pasos de madera se estremece aquà tu cuerpo
en un lugar intacto
donde han de encontrarse los mercaderes.
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