ENTRETENIMIENTO:
Cine
FANTASÃA SIN
FANTASÃA
Melvin R. Campos
Según Aristóteles, lo que diferencia al ser humano del animal, es su capacidad
de socializar. Según Descartes, su capacidad de pensar. Según Freud, la estructuración lingüÃstica
de su psique. Según Michael Ende,
su capacidad de fantasear.
Si estuviéramos de acuerdo con el autor de La Historia
Interminable, tendrÃamos que pensar que nuestra sociedad produce y
está regida por animales (recordando la pesadilla orwelliana). Esto
porque somos educados para dejar de fantasear a los doce años, cuando ya somos
adolescentes. Emulando el mundo de Montag (Farenheit
451), nuestra sociedad nos prohÃbe fantasear, porque fantasear es de
niños, y el mundo debe ser dominado por adultos.
Sin embargo, a
través de la historia, unos cuantos adultos han decidido seguir sus fantasÃas,
a pesar de que la sociedad los tilde de inmaduros. Ellos son los denominados: Artistas.
Humanos cuya meta es humanizarse en el concepto de Ende.

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Imagen
cortesÃa de Walt Disney Productions.
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Esta idea fue el motivo de
Walt Disney para apostar al tercer
largometraje de su productora, el maravilloso juego de imágenes y música que
en 1940 se conoció como FantasÃa. Y ése
supusimos que era el mismo motivante de la actualización de la cinta en FantasÃa
2000. Error. El objetivo de la nueva pelÃcula fue claramente el afán de recaudación económica que ha
caracterizado las producciones Disney de los últimos 15 años (tal vez más).
En esta
ocasión, los ejecutivos de Disney seleccionaron grandes músicos clásicos, con
lo que consiguieron engañar a los ansiosos espectadores. ¿Qué más podÃamos
esperar de las capacidades de animación de los estudios Disney, de la Orquesta
Filarmónica de Filadelfia, y de siete nuevos cortos? Desgraciadamente el
resultado fue que los melómanos salieran fascinados, los artistas plásticos
bastante decepcionados, los niños ora contentos ora aburridos (como siempre), y
el espectador medio con un extraño sinsabor. O sea. Una secuencia de altibajos.
Me explico.
La banda sonora es
indudablemente maravillosa: una excelente selección, a cargo de una de las
mejores orquestas del mundo, y bajo la poderosa dirección del maestro James
Levine. En cuanto a la animación, en ocasiones sobresale la calidad
técnica de Disney (El Pájaro de Fuego, El
Arca de Noé), en otras el trabajo es verdaderamente patético (Las
Ballenas Jorobadas son descaradamente generadas en computadora), y en
otras es sencillamente irrelevante (El Soldadito de
Plomo, Rapsodia en Azul, Los
Flamencos¹ y
El Yoyo).
FICHA
TÉCNICA |
TÃtulo |
FantasÃa
2000 |
Dirección |
James
Algar
Gaëtan Brizzi
Paul Brizzi
Hendel Butoy
Francis Glebas
Eric Goldberg (I)
Don Hahn
Pixote Hunt |
Dirección
Musical |
James
Levine I |
Música |
Paul Dukas
Edward Elgar
George Gershwin
Ottorino Respighi
Camille Saint-Saëns
Dmitri Shostakovich
Igor Stravinski
Ludwig van Beethoven
|
Género |
Musical |
Técnica |
Animación |
Calificación |
7 |
|
Pero lo que es
verdaderamente frustrante es la carencia de fantasÃa de FantasÃa
2000. Mientras en la original de 1940 vimos demonios, centauros,
hadas, brujos y dinosaurios; en ésta aparecen elementos comunes en la
televisión, en las noticias, y -peor aún- en Disney: ballenas, ciudades,
historias "bonitas", y animales haciendo estupideces (de eso no se
salvó la primera).
Es trágicamente Disney la secuencia de las ballenas con Los Pinos de Roma.
El corto sobre Gershwin (Rapsodia en Azul)
es una burda imitación de las geniales interpretaciones urbanas cómicas de la Warner
Brothers sobre música clásica (la referencia más evidente es la
construcción de un edificio con el Can Can). Y al Soldadito
de Plomo no lo salva ni la maravillosa música de Shostakovich: Una
burda interpretación a lo Disney, sacrificando irrespetuosamente toda la fuerza
y el drama de la historia original de Andersen, por un finalito feliz
para toda la familia. Iluso de mà por haber esperado otra cosa, conociendo las
antecedentes blasfemias Disney de La Sirenita, Hércules y El
Jorobado (sólo por citar algunas).
El episodio de los Flamencos
con la música de Saint-Saëns,
salvo por unas risitas, es totalmente prescindible.
Sin embargo, hay que
rescatar el juego abstracto en la Quinta de Beethoven, la interpretación bÃblica de Pompa y
Circunstancia, y la fabulita ambientalista de El
Pájaro de Fuego. Estas secuencias son sugerentes, agradables, bien
realizadas y sumamente imaginativas.
Un párrafo aparte
merece el duelo entre el clásico Aprendiz de Brujo de
Mickey Mouse, y el Arca de Noé del Pato
Dónald, en el que -en mi opinión- sale aplastantemente victorioso el genial
pato. El cuento de Mickey es: el que mucho abarca, poco aprieta. El de Dónald
va mucho más allá, mostrándonos una leyenda épica (con su implicaciones),
enlazada con una hermosa historia de amor, llevada a tragedia por un pequeño
capricho del Destino. Y Mickey fue destronado.
En resumidas cuentas,
la pelÃcula en general está aceptable: algunos episodios buenos, otros malos.
Lo triste es la decadencia imaginativa que lleva Disney. Una secuencia de
altibajos visuales (semejante a una onda), montadas sobre una maravillosa banda
sonora. En favor de los melómanos, pero en detrimento de los cinéfilos. Una
enome gringada, tÃpica del Disney post Disney. Una lástima.
¹. Valga aclarar que la
traducción de la pelÃcula al español está mal hecha, y dice "flamingo". Ése es el
nombre del animal en inglés; en español se llama "flamenco". Tal
parece que los traductores de Disney poco saben de español, de zoologÃa y de
bailes ibéricos.
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